Hola again from Sean, Hector, and Chenxi!
This morning we left Autlán for an early windy mountain drive, a little car sickness, and a wide variety of breakfast tacos in the town of Villa Purification. Jésus (Surname), an agricultural professor at the University of Guadalajara, met us there to speak about the history of the town itself and local crops, as did the former director of the Las Joyas Biological Station. The town was founded in 1530 and was thereafter a node for Spanish trade, with a direct link to the Philippines. Mangoes, oranges, and pineapples, and importantly, a special technique for growing pineapples in the shade, defined this locality for the following centuries.
Pineapples have been cultivated in Mexico for 2-3000 years, but cultivars have been widespread, originating in South America, for around 6000 years. The plantation that we subsequently visited touts a shade cultivar of pineapple that thrives in semi-deciduous forest of large trees, with banana, orange, coffee, and native tree species mixed in (and some HOT chilis, wild vanilla, and starfruits growing among them). These pineapples are adapted to time their flowering with the loss of leaves on the covering trees, and these leaves in turn fertilize the following fruit. Plantations such as these serve as crucial corridors for wildlife, and foraging habitat for others. The importance of such agricultural landscapes in conservation is particularly important in a country with high levels of endemism, and was very evident from our experience at this plantation (we spotted a pygmy owl as we prepared to depart).
We returned to Hotel Autlán to rest, but nothing could have readied us for the spectacle we were privileged to next. Carnival is an especially important festival to this agricultural city of 60 000, but what we witnessed was nothing less than the brilliance, colour, and joy of Latin Mexico in the buskers, tractor-pulled-floats, dancers, bands, and horse-riders that paraded past our hotel and on into town’s core. We were the only gringos, and drew our own stares and questions, as this attraction was never intended for any tourist. The owner of our hotel recognized us as we tried in vain to glimpse the action from the crowded street, inviting us to watch from the roof of the hotel, where we purveyed the succession of performers (some of which had travelled from larger cities to partake) in bewilderment, and the sun sank below the horizon, throwing pink light on the lively revelers. As the parade winded down, we ventured back into the packed streets to continue the festivities in food, drink, dance, and song. It was certainly a time of our lives that, though difficult to describe in words, none will soon forget.
Adios!
Sean, Hector, and Chenxi
Español. 23 de Febrero
Hola de nuevo de Sean, Héctor y Chenxi !
Por la mañana salimos de Autlán en una expedición muy temprano, con viento y algo mareados por el camino sinuoso recorrido por las montañas, para visitar el poblado de Villa Purificación, donde llegamos a desayunar unos tacos suaves. Jesús, un profesor de agroecología de la Universidad de Guadalajara, nos platicó sobre la historia del pueblo, sus tradiciones y sobre su manejo agrícola, también nos acompaño en anterior encargado de la Estación Científica Las Joyas.
El pueblo se fundó en 1530 y fue un lugar importante para el comercio con España y principalmente con las Islas Filipinas, dando lugar a una mezcla de especies frutales traídas de Asia, que junto con las de América enriquecieron la diversidad agrícola local, particularmente se habló de una técnica especial usada por siglos para el cultivo de piñas bajo sombra.
El cultivo de piña llegó a México entre hace 2 a 3000 años, pero la piña se cree que fue domesticada desde hace 6000 años. La plantación que visitamos se ubica bajo la sombra de grandes árboles nativos de selva mediana subperenifolia, donde además se encentran platanares, naranjales, cafetales, fruta estrella y otras especies de árboles nativos donde también se encuentra vainilla y arbustos de chiles picantes. Las piñas del cultivo de sombra, están adaptadas para florecer cuando se caen las hojas de los árboles, las cuales se convierten en fertilizante para las plantas de piña. La importancia de tales agroecosistemas, es muy relevante para la conservación, ya que sirven de conexión con otros parches de selva, formando corredores biológicos que dan refugio a la vida silvestre, condición muy importante sobre todo en un país con alto grado de endemismo, lo que fue muy evidente por nuestro encuentro con un tecolotito bajeño (Glaucidium brasilianum), justo antes de retirarnos.
Regresamos al hotel en Autlán a descansar, pero nada pudo ser mejor al saber del espectáculo que estábamos por atestiguar. Carnaval es una importante festividad, particularmente para este pueblo dedicado a la agricultura que a pesar de sus 60,000 habitantes demostraron un espectáculo lleno de luces, color y alegría en el desfile de carnaval adornado por múltiples carros alegóricos representados por tractores y caballos muy adornados y sobre los cuáles se realizaban diversos bailes y malabares al son de la música desfilando al frente de nuestro hotel a su destino en el centro de la ciudad.
Éramos los únicos “gringos” y llamamos sin intención la atención de la gente sabiendo que no estaba planeado para turistas. El dueño del Hotel observó que estábamos tratando de darnos paso entre la multitud de gente para observar el desfile y nos invitó a que subiéramos al techo del hotel, donde tuvimos vista privilegiada para ver la variedad de grupos participantes, algunos de ellos llegando de otras ciudades para participar en el carnaval. Al tiempo que desfilaban pudimos ver el atardecer que con tonos rosas iluminó las danzas de los participantes. Ya para terminar el desfile, bajamos del techo para internarnos entre la multitud de gente para ir a comer, beber, bailar y cantar. Ciertamente fue una experiencia de vida difícil de describir con palabras, pero que ninguno olvidaremos.
Adios! Sean, Héctor y Chenxi
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